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26 de Junio de 2012

Los conductores ebrios tienen hábitos riesgosos con el alcohol

Por Amy Norton

NUEVA YORK (Reuters Health) – Un nuevo estudio sugiere que muchas personas condenadas por conducir ebrias tendrían hábitos riesgosos con el alcohol.

En las entrevistas a 700 adultos condenados por conducir ebrios, los autores hallaron que casi la mitad bebía en exceso desde hacía mucho tiempo o habían vuelto a beber después de haber abandonado el alcohol durante un tiempo.

Es más: entre un quinto y un tercio de esos bebedores crónicos reunían los requisitos clínicos de la adicción al alcohol o las drogas, o de trastornos mentales como la depresión o el trastorno de estrés postraumático.

“Una condena por conducir ebrio identifica a un grupo de riesgo”, opinó la autora principal, doctora Sandra C. Lapham, del Centro para la Investigación de la Salud Conductual de Southwest, Albuquerque, Nuevo México. “Es una bandera roja y una oportunidad para intervenir”, agregó.

Usualmente, los tribunales obligan a examinar a los acusados de conducir en estado de ebriedad para detectar si son adictos al alcohol o las drogas.

Pero Lapham señaló que esas personas deben asumir el costo de esa pesquisa y, aunque así lo hicieran, estarían “motivados para subestimar” sus niveles de adicción. “Esto lleva al subtratamiento”, agregó.

Los nuevos resultados, que publica Addiction, surgen de las entrevistas con 696 adultos de Nuevo México que hacía 15 años habían sido condenados por conducir ebrios.

El equipo consideró que las mujeres eran bebedoras “de riesgo” si habitualmente consumían siete bebidas por semana o cuatro o más en un día, mientras que el límite para los hombres era más de 14 bebidas por semana o cinco o más bebidas diarias.

El 13 por ciento había tenido patrones de consumo variables durante la vida. Otro 14 por ciento dijo que había podido beber más moderadamente y un 21 por ciento aseguró que estaba en abstinencia después de un período de beber en exceso.

Pero para casi la mitad del grupo, todo había sido difícil. El 19 por ciento “siempre” había bebido de manera riesgosa y un cuarto señaló que había recuperado el hábito después de tratar de abandonarlo o controlarlo. Y esos participantes registraban una mayor dependencia del alcohol o las drogas y tenían tasas más altas de trastornos mentales como la depresión.

Por ejemplo: un tercio del subgrupo que había recaído había sido adicto a las drogas en algún momento de la vida y el 30 por ciento había tenido algún trastorno mental. Esas son, para Lapham, las personas que necesitan “un tratamiento intensivo”.

Y proporcionárselos al momento de una condena por conducir ebrios tendría el beneficio agregado de proteger al resto de los conductores y los peatones, ya que los condenados por conducir ebrias tienden a repetir la violación a la norma.

Claro que la persona tiene que estar predispuesta a recibir tratamiento y alguien debe pagarlo. Las aseguradoras cubrirían el tratamiento de las adicciones a las drogas, pero no necesariamente por el período que lo necesita una persona, según indicó Lapham.

“Es un problema difícil sin una respuesta sencilla”, dijo. Pero opinó que la sociedad debería asumir el costo del tratamiento “porque el beneficio sería para todos”.

Otro hallazgo del estudio fue que los condenados que habían comenzado a beber cuando eran más jóvenes tenían un nivel de riesgo más alto. Casi tres cuartos de los que habían comenzado a beber antes de los 15 habían desarrollado en algún momento la adicción al alcohol. Y eran sólo un 50 por ciento menos propensos que el resto de los bebedores a dejar de beber o empezar a hacerlo moderadamente.

 

FUENTE: Addiction, online 8 de junio del 2012

Reuters Health