Menú Principal
5 de Noviembre de 2013

Percepción de académicos de carreras de la salud de Chile sobre el perfeccionamiento docente

La educación superior, clave para el desarrollo individual y nacional1,2, enfrenta múltiples desafíos; globalización, expansión y excesiva disponibilidad de información1,3-5, sumándose la demanda social por una formación más integral y pertinente1,6. Esto se acompaña de nuevos modelos curriculares en educación3,6,7 que están forzando al cambio de los procesos formativos en distintas áreas, incluyendo las carreras de la salud5.

Estos cambios apuntan directamente a la práctica docente. Ya en 1993 Lowry sentenciaba que aunque tradicionalmente se asumía que todo profesional podía enseñar, este nuevo contexto dificultaba que profesionales sin conocimientos en educación hicieran docencia8. Además, ser académico universitario implica asumir múltiples roles: investigador, coordinador, docente, etc.6 Y de éstos, la docencia por sí sola es compleja, pues involucra planificar, proveer información, facilitar aprendizajes, evaluarlos, etc.9,10.

Asumir tan exigente función demanda, primero, dominio disciplinar en lo que se enseña11,12, y una forma de obtenerlo es desde la experiencia profesional, particularmente deseable en docentes del área de la salud5. Pero, igualmente, requiere capacitación formal continua, sobre todo cuando el mantenimiento de las competencias y el desarrollo profesional no son asegurados por el pregrado o las especialidades12,13.

Sin embargo, como apuntaba Lowry, la docencia requiere más que saber qué enseñar (dominio disciplinar): demanda saber cómo (dominio pedagógico). Adquirir competencias técnicas para enseñar es la única forma de asumir las numerosas tareas de la docencia en un escenario donde ya no es útil replicar viejos modelos14, ni es plausible esperar volverse competente de forma autodidacta15: Se requieren procesos de formación inicial y continua en educación para entrenar a quienes practican la docencia universitaria15,16. Esto es más apremiante para aquellos académicos sin formación en educación durante su pregrado -la mayoría-, pues enfrentan las dificultades de la docencia sin herramientas básicas para enseñar17.

Lamentablemente, aunque el perfeccionamiento pedagógico es una necesidad reconocida en ciencias de la salud, tanto como la experiencia profesional y el dominio disciplinar5,14, los incentivos por capacitarse en el tema son limitados.

Aunque la docencia es el eje del proceso for-mativo, históricamente ha sido devaluada frente a otros roles como el investigativo, que recibe mayores recompensas y financiamientos15,18.

Fuente: Rev Med Chile 2013; 141: 787-792

http://www.scielo.cl/pdf/rmc/v141n6/art14.pdf